Al aclamado tenor Edgardo Rocha tuvimos la hermosa oportunidad de admirarlo en diciembre pasado en una transmisión especial de la televisión alemana desde la Deutsche Oper de Berlín.
Con radiante registro y gran emoción Rocha entonaba la romanza de Leandro de La tabernera del puerto, de Pablo Sorozábal y letra de Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernández Shaw Iturralde.
Edgardo Rocha escala sin esfuerzo aquí las notas altas y hace muy palpables sus intensos sentimientos:
¡No puede ser! Esa mujer es buena / ¡No puede ser una mujer malvada! (…) ¡No puede ser! / Porque la vi rezar / Porque la vi querer / Porque la vi llorar // Los ojos que lloran no saben mentir / Las malas mujeres no miran así (…)
Nacido en Rivera (norte del Uruguay) y formado primero en la Universidad de la República, de Montevideo, y después en Italia, con Salvatore Fisichella, Rockwell Blake y Jorge Ansorena, Edgardo Rocha ha paseado su voz por los más grandes escenarios desde que fuera ovacionado en su debut en 2010 en el Festival della Valle d’Itria, con Gianni di Parigi, de Gaetano Donizetti.
Las incontenibles aclamaciones siguen hasta hoy en la Ópera Estatal de Viena, la Ópera Estatal de Baviera, en Múnich; la Semperoper, de Dresde; la Ópera Nacional, de París; el Teatro alla Scala, de Milán; el Teatro dell’Opera Roma, así como en Salzburgo, Madrid, Valencia, Sevilla, Barcelona, Nápoles, Cagliari, Lausana, Zúrich, Stuttgart, Hamburgo, Verona y Tel Aviv.
Los personajes a los que presta apasionada vida son Jago, Don Ramiro, el Conde de Almaviva, el Conde de Ory, Lindoro, Riccardo Percy, Ernesto, Giacomo V, el Conde de Libeskof y Don Narciso, entre otros. No hace mucho Edgardo Rocha compartió escenario con Cecilia Bartoli, Alessandro Corbelli e Ildar Abdrazakov en L’italiana in Algeri de Gioachino Rossini, en el Festival de Salzburgo, y lo volverá a hacer en el futuro próximo en nuevos compromisos internacionales.
Edgardo Rocha ha tenido la fina deferencia de conceder una entrevista a Mundoclasico.com sobre su vida y su carrera. Estas son sus declaraciones exclusivas:
Juan Carlos Tellechea: ¿Qué reflexiones le inspira este parón de actividades culturales en general y musicales en particular por el coronavirus?
Edgardo Rocha: Creo que se confirma la frase popular que dice: “solo valoras lo que tienes cuando lo pierdes”. A veces estamos tan concentrados en nuestras actividades y seguimos nuestra rutina activando una especie de piloto automático y no somos conscientes de la realidad que nos rodea. Creemos no tener tiempo para ciertas cosas y al mismo tiempo nos enfocamos en priorizar lo que creemos es importante. Ha sido muy difícil bajarse del tren y esperar, pero al mismo tiempo ha sido revelador poder observar el caos interno de cada uno de nosotros cuando nos obligan a parar.
¿Qué balance (positivo y negativo) extrae de la situación?
Personalmente, que te quiten lo que más amas y disfrutas hacer, ha sido traumático. No poder hacer música ni compartirla, adecuar el arte a algo tan frío como un streaming donde cantas a las cámaras fue devastante. Al mismo tiempo no poder ver a tus seres queridos ni poder abrazar a quien necesitas, aumentó el vacío que hasta ahora jamás había probado. Fue difícil para todos y más aún para las personas que han perdido seres queridos sin ni siquiera poder despedirse.
Al mismo tiempo el volver a una cierta “normalidad” ha sido una reconciliación. Una especie de nuevo enfoque en general. No volver a lo mismo de antes, sino poder realizarse nuevamente. Y en mi caso, no lo vivo como lo hacía antes. Ahora todo es importante. Disfruto de los ensayos, de las pruebas de vestuario, de las correcciones, de compartir momentos con colegas. Si antes me importaba mi carrera, ahora me importa el 200% más y trato de disfrutar cada momento como si fuera el primero o el último.
¿Qué proyectos tenía en marcha y cómo ha tenido que modificarlos, y cuáles puede emprender todavía? ¿Está confirmada su presencia en Salzburgo en junio de 2022 junto con Cecilia Bartoli para el Festival de Pentecostés?
Como todos, he perdido casi una temporada entera de trabajo… he recuperado dos contratos de ocho… La Cenerentola en Ginebra, recuperada en octubre de 2020; y La Sonnambula, prevista para octubre 2020 que ha sido pospuesta para febrero de 2023 en Düsseldorf. Este año tendré la posibilidad de participar por cuarta vez en el Festival de Pentecostes de Salzburgo con Il barbiere di Siviglia, de Rossini; y por segunda vez en el Festival de verano de Salzburgo.
¿Cómo se decidió usted a cantar en lugar de seguir una carrera como pianista?
Me di cuenta que cantando no me ponía tan nervioso como cuando tenía que tocar el piano. Igualmente mi carrera nunca fue pensada como pianista. Quizás la opción alternativa era la de Director.
¿Cómo llegó a Europa, fue su primer compromiso La Cenerentola en Cagliari en noviembre de 2010?
Llegué a Europa por impulso de mi queridísimo amigo Darío Solari, barítono uruguayo que supo guiar mis primeros pasos en esta selva artística. Mi primer compromiso fue el cover de Gianni di Parigi, de Donizetti en el Festival de Martina Franca en 2010. Después de dos años inolvidables en el coro del teatro de Florencia, decidí volcarme a la carrera como tenor solista.
Por esas cosas que algunos llaman destino, el tenor titular del rol de Gianni di Parigi se enfermó, y me tocó cantar las dos funciones programadas. Al ser una ópera bastante rara y en un festival bastante importante, se transmitía por radio. Esto me ha brindado en la ocasión una cierta publicidad que abrió camino a mis primeros pasos en el mundo lírico.
¿Cómo es esa intensa relación con Gioachino Rossini?
Es un compositor genial y al mismo tiempo exigente. Requiere una vocalidad bastante particular y dúctil. Siempre me he sentido muy cómodo con sus roles y eso ha hecho que me dedicara casi exclusivamente a la interpretación de sus obras.
¿Qué ha aprendido con él, qué le ha aportado?
Rossini es uno de los fundadores del Belcanto. Sin duda me ha ayudado mucho a pulir el fraseo y crear una cierta elegancia y honestidad en mi canto. La precisión en la coloratura y la flexibilidad vocal que requieren sus obras, fortalecen la técnica vocal. De esta manera, cualquier acercamiento a un tipo de canto más noble es más fácil de afrontar.
¿Es su compositor favorito o con el que mejor se encuentra o hay otros a los que usted quisiera conocer todavía mejor (veo algo de Donizetti, Vincenzo Bellini, Wolfgang Amadé Mozart, Richard Strauss en su repertorio)?
No tengo un compositor favorito. La música del siglo XIX es muy interesante se mire desde donde se mire. Obviamente al principio de mi carrera por una razón de edad y naturaleza, mi vocalidad estaba más identificada con Rossini. Acercándome a los 40, me doy cuenta de que puedo dar mucho más y me sentiría mucho más identificado desde el punto de vista de carácter y propuesta artística en un repertorio más serio, por ejemplo Donizetti y Bellini.
¿Cuál de los escenarios operísticos le ha resultado a usted grato o sorprendente desde el punto de vista acústico o técnico?
Hay muchos teatros en Europa donde no solo se canta bien sino que da gusto trabajar por el respeto con el cual emprenden su actividad. La ópera de Dresde creo que tiene la mejor acústica europea conjuntamente con la Staatsoper de Viena al cual se le suma la ventaja de poder ofrecer un título distinto todos los días del año.
¿Qué planes de futuro tiene usted más allá de las próximas fecha de 2022, se puede planificar a mediano plazo o es hoy más difícil que nunca?
Después del fuerte golpe que nos ha dado y nos sigue dando la pandemia, se ha vuelto muy difícil programar las temporadas. Producciones canceladas que se deben recuperar, contratos cancelados que se transforman en conciertos o en nuevos títulos. En fin, es un periodo muy complicado para la lírica y para el arte en general.
Tengo previsto algunos debuts. Entre ellos el rol de Leicester en la Maria Stuarda, de Donizetti, en la Ópera de Ginebra, La sonnambula, de Bellini, en Düsseldorf; Lakmé de Léo Delibes en Zürich y el Roberto Devereux para terminar la trilogía de las reinas de la época Tudor de Donizetti en Ginebra.
¿Es el de la zarzuela un género en el que se siente usted a gusto y por qué (el idioma, la energía, la idiosincrasia…)?
No he cantado nunca profesionalmente Zarzuela. Me gustaría tener la posibilidad de abrir esa puerta en algún momento. Cuando tenía 19 años empecé cantando los roles de barítono de las principales zarzuelas en un elenco estable que existía en mi ciudad natal, Rivera, en Uruguay. Sería interesante tener un acercamiento, pero esta vez como tenor.
¿Qué anécdota humorística, simpática o extraña y poco conocida nos puede relatar sobre algún hecho que le haya pasado en su vida artística?
Hay muchas… Una muy simpática es la del Otello de Rossini en Zúrich. Yo cantaba el rol de Jago y compartía escenario con colegas extraordinarios… Bartoli, Camarena, Osborn… era mi segundo año de carrera. En ese entonces el teatro enviaba el día anterior al ensayo un mail y un sms con la convocatoria para el día siguiente. Ese día no había recibido ningún mail ni ningún mensaje. Así que pensé: Estoy libre… muy tranquilo me he quedado durmiendo hasta tarde como solemos hacer los cantantes. A las 10:30 me llaman del teatro: -Edgardo ¿dónde estás? En la cama… no he recibido ningún aviso que tenia ensayo. -Si, es verdad, hubo un black-out ayer en teatro y no se enviaron las notificaciones. ¿En cuánto puedes llegar al teatro? El tiempo de tomarme el tranvía.
Resulta que cuando llegué al teatro, me estaban esperando para empezar el primer conjunto.
Primer ensayo con orquesta. Me esperaba toda la orquesta y aún más vergonzoso… mis colegas… lo peor, es que tenía que cantar y me acababa de despertar. En fin, de estas hay muchas y creo que causan gracia solo después de que ocurrieron.
Laura Peláez — 02, agosto, 2022
Entrevista Original